28.9.05

COPYLEFT PARA LA TELEVISIÓN, CUANDO LA RED VA POR DETRÁS I

Por Guillermo Zapata
Esta es la primera parte de una serie sobre la televisión, el procomún y la distribución de material audiovisual en la red.
Hace unos días publicaban en
Blogdecine una noticia sobre el estreno de la segunda temporada de la serie Perdidos y su paso inmediato a las redes de pares, donde había sido compartida por muchísima gente. Las fuentes en emule el día de la publicación de la noticia eran unas 4.000, de las más altas que he encontrado.
Evidentemente, esas cuatro mil fuentes podrían replicarse en el tiempo y hacer cáculos sobre el número de personas que en este momento han conseguido el capítulo gracias a este tipo de redes es muy complicado, pero estoy casi seguro de que son muchísimas menos personas que las que lo vieron en directo. Y estoy casi seguro de que son muchas menos de las que lo verán en Europa cuando se estrene aquí.
La televisión sigue siendo un espacio de producción audivisual absolutamente mayoritario y donde la relación emisor receptor está menos distribuída (poquísimos emisores, millones de receptores), la televisión no es simplemente un intrumento, es una máquina que produce imágenes y relaciones sociales, que se encuentras inscrita en nuestro modo de relación, que ocupa mucho tiempo de nuestro ocio y que produce valor a través de la exclusividad de las imágenes.
Un programa o un capítulo de una serie tiene valor el día de su emisión, en directo, a partir de ahí su valor cae estrepitosamente, por tanto el problema no es qué se mueve en la red y cómo, al contrario, la red no es más que una leve ola que se mueve al compás de las audiencias televisivas, la red, en este caso, funciona como instrumento de fidelización y como herramienta de densificación social de las relaciones entre los espectadores "en torno a una serie", no un impulsor cómo puede pasar en otros ámbitos- el disco, el cine, etc. Donde la relación emisión- receptor está más distribuída o donde los canales de distribución pueden encontrarse en crisis.
De esta forma, que la programación televisiva fuera completamente libre sería un añadido que no restaría valor a la programación.
Mientras la red no consiga una transmisión de imágenes con calidad y velocidad suficiente como para suponer una amenaza a las formas clásicas de distribución "en directo" (momento en el que el cambio del paradigma productivo sería total) la televisión sabe que va por delante, que produce el evento colectivo y que la libre distribución de sus contenidos solo puede beneficiarla.
La pregunta es: ¿cuando se enterarán en las cadenas y en las productoras?
Mañana el número dos: Cadenas, productoras y la libre distribución de contenidos.

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